En ocasiones mis clases de español valen para resolver
dudas y aclarar conceptos. ¿Que lo que voy a escribir puede ser una tontería
que todos sabemos? Pues sí, para qué negarlo, pero así me obligo a pasar mis
apuntes a limpio y comparto algo medianamente útil con vosotros.
Sé que esto va a parecer la idiotez más grande del
universo, pero os sorprendería la de dudas ortográficas que se pueden resolver
si recordáramos un par de normas básicas de nuestra querida lengua española. Bastante
la mutilan subespecies como los canis como para que aquellos que nos
consideramos decentemente cultos demos por sentado que la conocemos y cometamos
ese tipo de errores que hacen que quieras darte una palmada en la frente de lo
tonto que es tu fallo.
Mamá lengua española tiene dos tipos de palabras: monosílabas
y polisílabas y todos las usamos en nuestro día a día indistintamente. Si marginas a uno de los dos tipos mereces que te den con el diccionario de la RAE en la cabeza hasta que compongas odas conjugando verbos.
Normalmente los
monosílabos no llevan tilde salvo aquellos casos en los que se recurre a la
tilde diacrítica, ya sabéis, esa que diferencia categorías y significados. No es lo mismo de
(preposición) que dé (del verbo dar), se (pronombre átono) que sé (del
verbo saber, también incluido con el sentido de “tener sabor”. Sí, es “Yo sé a
chocolate”, por muy raro que pueda sonar) o más
(adverbio de cantidad) que mas (conjunción
adversativa, sinónimo de pero) ni:
-Hoy voy a desayunar té.
-Hoy voy a desayunar te.